Entre la panza y la cabeza.

La ansiedad y la depresión son las dos enfermedades mentales más comunes en Estados Unidos. Un 18% de la población adulta (unos 40 millones) padecen ansiedad y a pesar de ser sumamente tratable, sólo un 36% consulta a un profesional. No es extraño que alguien diagnosticado con ansiedad, también sea diagnosticado con depresión y viceversa.

Las causas son variadas: genética, desbalance químico en el cerebro, personalidad propensa o eventos en la vida de la persona que actúan como disparador. Sin embargo, cualquiera sea la causa, siempre se reduce a que el cerebro está enfermo. “Cuando pensamos en salud cardiovascular, pensamos en fortalecer nuestro corazón”, dice el Dr. Ramsey (psiquiatra Neoyorquino, autor de “Eat Complete”) “Tenemos que empezar a pensar como fortalecer este otro órgano, el cerebro, para comenzar a pensar en la salud mental”.

En el 2017 (BMC Medicine) se hizo un estudio con 67 personas diagnosticadas con depresión. Algunas habían sido tratadas con psicofármacos, otras con terapia y algunas con ambos. La mitad de esas personas recibieron consejos de un profesional en nutrición, que los ayudo a comer más saludable. La otra mitad, recibieron apoyo social personalizado (les asignaron una persona para que les haga compañía o juegue cartas con ellos, lo cual se usa para ayudar a combatir la depresión, tradicionalmente).

Después de 12 semanas, las personas a las que se les había dado consejos nutricionales mostraron una gran mejoría en el estado de ánimo, y aquellos que más cambios saludables incorporaron mejor se sintieron. Este fue uno de los primeros estudios, de varios que se realizaron, que mostraban la influencia de la alimentación en, no solo la prevención, sino también el tratamiento de las enfermedades mentales.

¿Entonces, existe una relación entre la comida y las enfermedades mentales?

Investigación reciente demuestra la conexión entre condiciones como la depresión y la ansiedad y las alteraciones en la microbiota intestinal. La producción de neurotransmisores tan importantes como la serotonina se realiza no solo en el cerebro, sino que en su mayor parte en el tracto digestivo. La serotonina ayuda a estabilizar los estados de ánimo y nuestra percepción de la felicidad, entre otras cosas. Los ácidos grasos de cadena corta son fundamentales en este proceso y …adivinen como nos aseguramos su existencia?

Exacto: una alimentación alta en diversidad de frutas y vegetales (incluyendo tés, crucíferos como el brócoli, hongos, nueces y vegetales de hoja verde oscura), baja en azúcar y productos refinados y que incluya probióticos provenientes de alimentos fermentados como el yogur o el chucrut. ¿Suena familiar? Seguro que si.

La salud mental ha sido históricamente relegada, como si tratar una gripe fuera absolutamente mas importante que tratar un episodio de depresión.

Somos un TODO y nuestra capacidad de pensar críticamente, analizar, sentir y disfrutar nuestra interacción con el mundo es tan importante como prevenir la diabetes. Hablemos de esto con hijos, amigos y familia. OCUPEMONOS.

 

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