¿Cuál es tu excusa?
Yo tengo varias y de lo más creativas: está lloviendo para salir a caminar, el gimnasio está cerrado por la pandemia, me da vergüenza ejercitarme adelante de otras personas (aún delante de mi familia!), no sé qué ejercicio hacer, no tengo tiempo porque tengo que: lavar ropa, hacer de comer, estudiar, trabajar, sacar al perro y depilarme, entre otras.
¿Suenan conocidas?
Los beneficios del ejercicio regular son muchos: nos ayuda a controlar el peso, baja la presión arterial, mejora el equilibrio y la coordinación, reduce la osteoporosis, baja el riesgo de enfermedad cardiaca y la inflamación, aumenta la energía y reduce el riesgo de depresión, ansiedad y estrés.
Con tanto beneficio, ¿Cómo es posible que aún así nos cueste tanto?
Muchas veces no lo consideramos una prioridad de salud, sino más bien un acto egoísta (sobretodo las mujeres), ya que necesitamos dedicarle tiempo que de otra manera le dedicaríamos a otros (familia, amigos). Tal vez agendar los minutos que le dedicaremos al ejercicio (aunque sea en casa) nos hará sentirnos más comprometidos.
Otras veces nos hace falta definir el objetivo. ¿Por qué queremos hacer ejercicio? “Mejorar / mantener la salud” es correcto pero suena un poco vago. Necesitamos ser más precisos: queremos bajar cierto porcentaje de nuestro peso, o queremos bajar el nivel de colesterol. Aunque a veces el objetivo sea más simple y no menos poderoso: poder correr al perro si se me escapa, poder subir y bajar las escaleras de casa sin perder el aliento, ser suficientemente flexible como para limpiar detrás del inodoro o poder sentarme en el piso Y levantarme sin tener que llamar a la grúa.
A veces pensamos en el ejercicio como un TODO o NADA. Si no puedo ir 4 días a la semana el gimnasio mejor no voy, si no puedo correr 6 kilómetros mejor no salgo de casa, si no transpiro la camiseta no es ejercicio.
Si tomamos ejercicio como la acción de mover el cuerpo, como lo opuesto a estar quietos, entonces el nivel de expectativa cambia. Combatir el sedentarismo bien puede ser unos 10 minutos de estiramiento o pararnos y dar unos pasos por cada hora que trabajemos sentados. Puede ser levantarnos y hacer algunas poses de yoga (saludos al sol?) que no requieren ni que nos cambiemos el piyama. Moverse significa tomar las escaleras en lugar del ascensor, caminar en el estacionamiento hasta donde dejamos el auto (allá en el otro extremo), bailar en la cocina, sacar al perro a una caminata un poquito más larga (total que al perro hay que sacarlo igual!) o jugar con los chicos afuera. Todo cuenta.
La idea es sorprendernos in fraganti en la mala postura, en las horas sentados frente a la compu o encorvados mirando el celular y darle la vuelta al mal hábito.
La idea es también establecer una rutina consistente, con expectativas reales, que nos permita disfrutar, sin culpas, de un rato para dedicarle al cuerpo.
10 minutos diarios por 21 días seguidos (es lo que lleva establecer un hábito, ese o cualquier otro).
Los invito a mover el esqueleto, me acompañan?