Ayuno saludable, es posible?
Como ya mencioné en otra oportunidad, a mí me gusta comer, comer rico y cocinar. La palabra “ayuno” me hace pensar en exámen de laboratorio, el odioso ayuno antes que te saquen sangre.
El ayuno ha sido históricamente una práctica espiritual y religiosa. Los Musulmanes, por ejemplo, ayunan por hasta 16 horas al día durante el mes de Ramadán y la comunidad Judía deja de comer al ocaso del día anterior de Yom Kippur y no vuelven a comer hasta 25 horas después.
Pero, son prácticas saludables?
Un estudio reciente de la Universidad de Teherán determinó que después del ayuno de Ramadán, el índice de masa muscular (BMI), el colesterol y la glucosa habían disminuído en los 81 estudiantes que participaron del estudio (ambos: hombres y mujeres).
¿Qué sucede en el cuerpo cuando ayunamos? Después de 12 horas sin alimentos comienza un proceso por el cual el hígado ya no libera glucosa a la sangre y comienza a usarla para reparar sus células y por ende se benefician sistemas como el inmunológico y otras funciones esenciales. La ciencia en relación a esto es bastante nueva, pero un estudio del biólogo Yoshinori Ohsumi en 2016 le valió el premio Nóbel por el estudio de lo que él llamó: “autofagia” o “auto-comerse” y explica el proceso por el cual las células durante el ayuno dejan de alimentarse de nutrientes externos y comienzan a realizar “reparaciones domésticas” de su propio sistema.
Más sobre la autofagia y los beneficios aquí: https://www.bbc.com/mundo/noticias-44029658
Es posible que hayas escuchado el término “ayuno intermitente” o “tiempo de alimentación restringido”. Ambos indican diferentes maneras de practicar el ayuno. Mientras que el primero habla de sólo consumir agua durante un período prolongado de horas, que incluso puede llegar a días, el Tiempo de Alimentación Restringido implica no consumir alimentos durante 12 a 16 horas al día.
Decidí probar. 8 horas al menos estaría durmiendo y para empezar solo ayunaría 12 horas por día: de 8 pm a 8am, digamos, por 2 semanas.
Resultados:
- Perdí sin esfuerzo al menos 2 kilos (no soy muy amiga ni de la balanza ni de los números así que no esperen exactitud científica con mi experimento) Convengamos en que sigo una alimentación bastante sana, sin excesos, 80% sin procesar, pero yo no inicié el ayuno con la intención específica de perder peso.
- Dormí muchísimo mejor. No dormí más horas, sino que me desperté más descansada con las mismas horas que duermo siempre.
- El nivel de energía durante el día se mantuvo alto y estable, sin la modorra habitual de la media tarde.
Conclusión: a partir de cumplidas las 12 horas, decidí comer solamente cuando tenga hambre y según le escuché a mi cuerpo esto es alrededor de las 10:30 / 11am.
Me dí cuenta que la mitad de las veces que comía, lo hacía porque “el desayuno es la comida más importante del día”, o “es hora del almuerzo y hay que comer”. Escucharse, una vez más, pasa a ser clave.
IMPORTANTE: como decían en mi pueblo “ no es pa’ todos la bota e’ potro”. Si tienes diabetes, problemas de presión arterial, glucosa o algún desorden alimenticio, el ayuno probablemente NO es para tí.
Lo que trato de explicar en esta entrega del blog, es una tendencia que una vez más confirma que cada uno, escuchando a su propio cuerpo, debe encontrar el patrón alimenticio que le haga sentir mejor, más sano, mejor descansado, con la mejor energía. Es probable que para algunos aquello de “ desayunar como rey, almorzar como príncipe y cenar como mendigo” sea lo que mejor le resulte y si es lo que el cuerpo grita, entonces a escucharlo!
Si te cuesta escuchar a tu cuerpo o si aún no se entienden bien: no hay problema! Comunicate, charlemos y te ayudo.