Al rescate de nuestro tiempo.

El ortodoncista trabaja en a boca de mi hija por dos horas y a mí no me queda otra que la sala de espera. Resignada, saco mi teléfono y me acomodo para pasear por Instagram. Aún sigo cuentas que hablan de carreras, maratones y tiempos récord. Hace años yo corría 5km día por medio y los fines de semana al menos 10km (a menos que estuviera entrenando con una amiga con la que hacíamos 20km conversando sin parar). Entonces largo mi frase lapidaria: “no tengo tiempo para eso…me encantaría…pero ya no tengo tiempo”.

Sigo corriendo el Insta’. Paso uno tras otro esos gráficos preciosos con frases lindas y me llama la atención una…vuelvo para leerla más detenidamente y me suena como una cachetada: “Eres el dueño absoluto de tu tiempo, de hecho, el tiempo es lo único que realmente posees”. Cómo??

Si esto es cierto, entonces yo puedo hacer con mi tiempo lo que quiero, puedo elegir.

Alguien puede decir “pero hay cosas que las haces por obligación, nadie “quiere” ir a trabajar (por ej.)…” Pues si lo pensamos bien: elegimos ir a trabajar porque en algún momento elegimos tener las obligaciones y responsabilidades que requieren que ganemos dinero de una manera honesta. Verdad? (también podría haber elegido ganarlo en un casino, vendiendo drogas o robando bancos).

Con esta premisa me propuse analizar en qué gasto mi posesión más preciada y le pegué una mirada a mi tiempo de pantalla (ouch!, ahí nomás hay tres horas diarias!). 

TIP #1: ver en qué elegimos usar el tiempo y ser conscientes que es NUESTRA elección hacerlo. No digo que esté mal o que esté bien pasar tres horas en el teléfono, (o en Netflix, o leyendo historietas) digo que asumo la responsabilidad de mi elección. Me hago cargo y al hacerlo, asumo el control.

Esto nos lleva al TIP#2: ¿Cuánto de ese tiempo diario sobre el que he recuperado el control puedo dedicarlo a todo lo que no hago porque digo que no tengo tiempo? ¿De dónde puedo sacar más tiempo para mi día y aprovecharlo más? La respuesta: delegar. Dejemos de pensar que somos seres superpoderosos que podemos hacerlo TODO (tener un hogar de revista, la carrera profesional de la Merkel y el cuerpo de una Kardashian…nope). Pidamos ayuda, compartamos tareas, todos nos beneficiamos.

Una vez que identifique el tiempo que tengo, puedo entonces organizarlo.

TIP#3: planificar, planificar y planificar (bueno…no tanto que se nos vaya el tiempo planificando!). Sirve una hoja de papel, un almanaque, un calendario o una agenda, electrónica o de las viejo estilo. 

Identifiquemos la prioridad del día, esa tarea que haremos sí o sí (puede ser esa llamada a una amiga que pasamos posponiendo o el baño de burbujas de lavanda que nos regalaron para el día de la madre del 2003). TODO se agenda.

En el mismo papel destinamos las porciones de tiempo que dedicaremos a cada actividad programada. Seamos realistas, démosle espacio al imprevisto y al cansancio.

TIP#4: identificar lo que puede esperar. Las prioridades de cada uno serán diferentes, pero una cosa es constante: nuestras prioridades deben coincidir con nuestros valores, con lo que nos hace sentir bien, lo que nos acerca a la felicidad. Nadie dice que nos olvidemos las responsabilidades, pero si estas son una tortura, por ahí deberíamos revisar nuestras elecciones y alinear lo que sentimos obligación de hacer con lo que realmente nos importa. 

Somos dueños absolutos de nuestro tiempo.

En esa línea de pensamiento es que he decidido contratar a la menor de mis hijas para algunas tareas de la casa (para las que yo la creía demasiado chica aun?) y me he rescatado unos 30 minutos diarios para hacer Yoga con Adriane (visiten su canal de YouTube, por el mejor yoga y gratis!). 30 sagrados minutos a los que no pienso renunciar por nada.

Están agendados todos los días por los próximos 6 meses y ahí hablaremos de nuevos tiempos.

Y tú…cuánto tiempo te has rescatado para ti?

Previous
Previous

Ayuno saludable, es posible?

Next
Next

El combate a la resistencia.